Sentimientos y pinceladas del pintor sobre su obra
Se cuenta, que el maestro del paisajismo Wu-Tao-Tzu, salió un día por encargo del emperador a pintar unos bambús junto al río. Permaneció allí todo el día y regresó sin haber dado una sola pincelada. Al ser preguntado por el emperador: “lo tengo todo aquí” dijo, señalando su corazón.
DESDE EL SILENCIO
Muchas veces – la mayoría – la significación de una honda sensación percibida, es tan profunda que cuando se intenta explicar se pierde en el vacío…., en el silencio.
Ocurre, no sé por qué, que uno tiene la imperiosa necesidad de manifestar lo. Es precisamente aquí, cuando sólo con uno mismo, produciendo una no fácil mutación perceptual, emotiva, vital, se insinúa por medio de la forma. Forma y manera a través de la cual uno desea expresarse.
De cara al mar, ávido de recibir percepciones puras, regocijándome en sus brazos, tratando de buscar en la naturaleza la serenidad, la armonía, el silencio…., intento, a través de sus doradas arenas, encorvadas y solitarias figuras, bajamares de ausente aguas, manifestar el eco que me rinde.
Desde el silencio del mar, sintiendo como sube la marea, como baja. Desde la presencia o la ausencia, más allá de lo descriptivo, anecdótico o accidental reflejado en mí obra, las formas, el paisaje el paisanaje son portavoz de una experiencia emocional sentida reflejo de un estado de ánimo en el que, la soledad, el sosiego, la calma, es su principal protagonista.
Porque, desde la quietud y el silencio del alma, entre bosques y playas, si se comprende el lenguaje de los pájaros, no es porque aprendan hablar los pájaros, sino porque los hombres aprendemos el lenguaje del silencio.
ENTRE OTRAS COSAS
Entre otras cosas, se ha dicho de mi obra que he mirado con ternura a mis motivos y con ternura los he expresado. Arrancando la luz a la sombra, mi arte, nace de la emoción, consecuencia de una necesidad de espíritu.
Existe una gran preocupación por la luz y el reflejo de la atmósfera ambiental típica de cada rincón, haciéndola protagonista; atmósfera de soledad que parece caracterizar a todos mis cuadros.
El mar, la mar y sus hombres, sus gentes, rincones poéticos de una naturaleza cambiante son los temas plasmados en mi obra.
Definida mi pintura como – serenidad hecha remanso, la calma hecha caricia, la melancolía hecha ternura;- no es mi obra sino un sencillo homenaje a la soledad del hombre, a la gente que se aferra aún a la vida quieta y silenciosa de los pueblos.
Quedo satisfecho, si abandonándote en sus brazos la contemplas detenidamente.
UNA INVITACIÓN AL SOSIEGO
Me pongo ante la naturaleza y me abandono en sus brazos. La contemplo detenidamente y la hago mía. Miro dentro de mí y a mí alrededor.
Impresiones, emociones y sensaciones trato de reflejarlas en el lienzo. Plasmarlas a través de mis sentimientos.
El final, la obra que os presento: Una invitación al sosiego, la serenidad y la calma.
De ella se ha dicho, entre otras cosas: – “Que está llena de sensibilidad, constituyendo una ventana abierta hacia la serena belleza de un paisaje querido y sabiamente recreado. El hombre y relación con el mar, sus riberas y marismas, en el que las húmedas arenas de las tierras lavadas se llenan de luz entre marea y marea. ….” “Intenta sobre todo captar la atmósfera especial que allí se respira; los barcos, el mar, los hombres faenando, mariscando, sus gentes y devolverla hecha serenidad, tranquilidad de espíritu…” –
Esa serena quietud que a través de mi obra quiero transmitir, ese mar que dulcemente besa la orilla, esa traslúcida atmósfera que sugiriendo sin decir del todo, trato de interponer entre cuadro y espectador, para que tu sensibilidad ponga la última pincelada.
Si bien el tema es un punto de partida, transmisor y medio para expresar algo tratando de suscitar un estado de ánimo, valiendo me del mismo, adentrándome donde yo quiero estar, sentir, y compartir a través de mi obra; de mi bahía primero y sus desnudas bajamares, mariscadoras acicalando su particular mundo; la orilla del mar, -constante en mi obra-, paseando después por sus húmedas arenas y solitarias playas donde pequeñas figuras haciéndose discretamente presentes, a través de mi pincel se transforman en una leve mancha de color humanizando aquel paisaje, que buscando la soledad del momento quise hacer mío.
Mi pincel se ha posado igualmente sobre calles mojadas que hacían suyas luces y reflejos, carreteras donde éstas eran lo menos importante, entre niebla, nieve, praderas y montañas, allí donde uno busca igualmente la paz de espíritu y soledad del lugar; la armonía con la naturaleza, el sosiego del alma, el silencio, siempre tratando de transmitir a través de mi obra aquel sentimiento primigenio y la emoción que aquello que tenía delante de mis ojos me producía, siempre con la esperanza y deseo de que el espectador al contemplarla reciba la misma paz y sosiego que esos lugares de silencio a mí me proporcionaron.